Manual práctico de uso de la Inteligencia Artificial y sus aplicaciones en los distintos sectores de consumo
3.1. La IA como palanca de crecimiento y productividad

CAPÍTULO 3. IMPACTO MACROECONÓMICO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La inteligencia artificial no solo transforma la manera en que trabajamos o nos comunicamos, sino también la estructura misma de la economía. En pocos años, se ha convertido en una palanca de productividad, innovación y competitividad comparable a la llegada de Internet o la electrificación industrial.
En España, este impacto ya se siente: en los bancos que predicen riesgos, las fábricas que no se detienen, los hospitales que anticipan diagnósticos y las ciudades que se vuelven más inteligentes.
3.1. La IA como palanca de crecimiento y productividad
La inteligencia artificial está llamada a ser uno de los motores de crecimiento económico más potentes de las próximas décadas. Según estimaciones de PwC, el PIB mundial podría aumentar hasta un 14 % adicional en 2030 gracias a la IA. En el caso de España, se calcula un impacto potencial de más de 15.000 millones de euros anuales, impulsado principalmente por la automatización inteligente y la mejora de procesos.
La clave no está solo en la sustitución de tareas humanas, sino en la optimización del tiempo y los recursos. Por ejemplo:
- En el sector energético, los modelos predictivos de Repsol o Iberdrola permiten ajustar el consumo y reducir costes operativos.
- En la agricultura, los algoritmos de Hispatec ayudan a prever cosechas y minimizar desperdicios.
- En la banca, entidades como BBVA o Santander aplican IA para detectar fraudes y personalizar ofertas en tiempo real.
La productividad aumenta cuando la IA se integra en los procesos de decisión. Esto no significa menos empleo, sino empleo distinto: tareas repetitivas son asumidas por sistemas automáticos, mientras que las personas se concentran en análisis, creatividad o atención personalizada.
En este nuevo escenario, las habilidades digitales se vuelven tan esenciales como leer o escribir. Las empresas que forman a sus trabajadores en competencias tecnológicas obtienen un retorno visible en eficiencia y competitividad.